DIARIO INFORMACIÓN» – 10/01/2017
La polémica estructura sufre el primer acto vandálico en la recta final de unos trabajos de rehabilitación que comenzaron hace un mes. El arreglo ha supuesto para el Ayuntamiento de Alicante un desembolso superior a los 300.000 euros.
Los grafiteros que campan a sus anchas por el casco urbano de Alicante no han esperado ni a que finalizara la rehabilitación del Puente Rojo de la Gran Vía con el repintado integral de la infraestructura, y el puente por el que circulan diariamente 25.000 vehículos apareció ayer con sus primeras pintadas, en concreto en uno de los accesos peatonales a la parte superior que permite cruzar andando desde Princesa Mercedes y Benalúa a la Gran Vía. Una especie de firma en negro «adorna» la entrada para sorpresa y disgusto de los operarios que llevan cerca de un mes trabajando en el puente y lo vecinos, tanto los contrarios al puente como los que consideran que sigue siendo de utilidad, que censuraron ayer el acto vandálico sobre una infraestructura cuyo embellecimiento ha costado más de 300.000 euros.
El futuro del Puente Rojo sigue en el aire y va a depender de lo que finalmente se decida en el Ayuntamiento de Alicante sobre el diseño definitivo de la OI2 y el parque central, de los que poco se sabe desde que la pasada primavera se anunciara la creación de una comisión de trabajo cuyo objetivo era desatascar el proyecto para que, al menos, el parque pudiera estar en la presente legislatura.
La Plataforma Renfe se mostraba hace una semanas mucho más esperanzada tras las últimas reuniones con el vicealcalde Miguel Ángel Pavón, en el sentido de que finalmente se pueda retirar el tráfico de las molestas rampas de subida y bajada del puente, aunque este se mantenga como un mirador, pero no hay nada oficial al respecto.
El Puente Rojo conserva todas sus aptitudes funcionales de cara a soportar el tráfico que los vehículos que lo cruzan, aunque el soterramiento de la línea de AVE Madrid-Alicante y la previsión de continuar con el resto de las vías, han hecho ya no sea tan necesario, según sostiene la Plataforma Renfe. Vecinos y comerciantes enviaron a mediados de 2016 un proyecto, tanto al Ayuntamiento como al Consell, en el que proponían desviar el tráfico por la parte de abajo, una vez retirado el tren.
De momento, sin embargo, nada se conoce oficialmente de un proyecto ligado a la OI2 y a la propia supervivencia de la sociedad Avant, empresa pública encargada de coordinar la iniciativa que se encuentra ante su propia encrucijada. La sociedad debe devolver en mayo a los bancos unos 60 millones de euros que hoy no tiene. Renfe y Adif, dos de sus socios, no mueven ficha, el Consell ya ha dicho que no aportará más capital y el Ayuntamiento, cuarto socio depende de la operación urbanística para obtener plusvalías. Esto o una refinanciación de la deuda con las entidades.
Mientras, ayer el Puente Rojo apareció con la primeras pintadas y eso que todavía no han acabado los trabajos.